sábado, 8 de enero de 2011

José Antonio Corrales. Voluntad indomable



el documental arquitectónico

Vamos a conocer al arquitecto en su terreno. De entrada, ocurre algo significativo. Su estudio se encuentra en un semisótano cualquiera de una calle cualquiera, con una placa que nos habla de un hombre y su profesión. Y es una placa cualquiera, modesta en diseño y dimensiones.

Una silla es un utensilio para sentarse, y nada más. Las sillas de los Shakers, que en apariencia no son objetos de diseño, son en realidad un diseño perfecto, exacto. Cualquier sofisticación en el diseño de algo, es engaño. El kistch, lo rimbombante, el sueño de poseer objetos bellos hace que algunas cosas se transformen en lo que no son. Rybzinski, en “La casa. Historia de una idea”, habla de diseños estupendos y estéticamente intachables, como la silla Wassily, que es un diseño que se agota en sí mismo, porque resulta incómoda a los diez minutos de estar sentado sobre ella. Rybzinski cuenta con perspicacia cómo se te acaban clavando las costuras del cuero y los tubos de acero en los antebrazos. ¿Es una silla, algo sobre lo que te sientas y al rato te deja el cuerpo molido, o es un potro de tortura? Pues bien, en un mundo obsesionado por la imagen comercial, la placa identificativa de Corrales es un diseño preciso, que habla de un arquitecto exacto.

Manuel Vicent (y nosotros, espectadores) acompañamos a Corrales al interior de su flexible e ingenioso estudio, (él lo llama estudio y no despacho ni oficina, como se dice ahora), nos describe su labor, que sigue siendo artesanal, y que ejecuta él personalmente, con unos ayudantes tan viejos como él. En nuestro tiempo, “las grandes figuras de la Arquitectura” cuentan con verdaderos latifundios para sus estudios-consulting, con centenares de hormigas arquitectas que tratan los proyectos, en ocasiones, como compartimentos estancos. Es el tipo de arquitecto capitalista, que deja su marca en el proyecto, a partir de un gesto o de unas instrucciones.  Pero  el verdadero arquitecto (ARQUITECTURA, de Arkos –principios- y Tectura –tejido-) es aquél que sigue dibujando, desde los primeros croquis que muestran unas primeras impresiones, hasta el detalle constructivo sobre un pilar en la obra. El verdadero arquitecto es alguien que lleva el proyecto hasta sus últimas consecuencias.

El estudio es el espacio de un artesano que elabora el producto con cabeza. Los buenos proyectos son los que se conciben como un todo, en el que el arquitecto debe estudiar cada paso y cada escala con el mismo interés. En este sentido, el estudio es un proyecto. Su flexibilidad permite al arquitecto hacer convivir trabajos anteriores con los actuales. Corrales ideó una manera ingeniosa para guardar los archivos que él llama “muertos”. Trabaja sobre el tablero, como los arquitectos de antes, y con el paralex y el tecnígrafo. El ordenador es un instrumento de la misma forma que lo es el lápiz, pero encorseta la concepción de un proyecto. El arquitecto debería seguir asumiendo la necesidad del trabajo del lápiz sobre el papel, entre otras cosas porque le confiere la autonomía de expresarse en cualquier momento y lugar. La primera condición del arquitecto es la expresión gráfica. El modo en que Corrales mueve sus manos es ilustrativo, porque la expresión del arquitecto es eminentemente espacial, y las manos de Corrales encierran puntos, planos y volúmenes al moverse. Otra pista es que el arquitecto suele llevar un portaminas en su bolsillo, porque cualquier momento es propicio para que una línea se convierta en muro, por ejemplo.

El documental de Arquitectura suele estar acompañado de poesía en sentido amplio. La música, la conversación de Manuel Vicent con Corrales y la voz en off de Mercedes Sampietro, son un complemento de las imágenes, que aunque hablan por sí solas no dejan de ser la mirada de otro. En realidad la Arquitectura debe ser recorrida y palpada para que el individuo la viva en su racionalidad profunda.

El verdadero creador, durante la creación de una obra, no se plantea su posición de creador, sino la creación en sí. La propia obra debe hablar por sí sola, y muchos arquitectos cometen, a mi juicio, el error de definir sus propios deseos cuando teorizan sobre sus obras. Pues bien, mediante una selección de fotografías, Corrales explica sus obras sin alardes ni falsa modestia. Las trata con la serenidad del aquél que habla de un trabajo terminado.

La mayoría de sus primeros trabajos los hace en colaboración con Ramón Vázquez Molezún. El trabajo en equipo es muy frecuente en la Arquitectura, porque permite una dialéctica que ayuda a saltar las contradicciones y a mejorar el proyecto. Corrales y Molezún hicieron un trabajo coherente.

En el Instituto de Herrera del Pisuerga, del año 54, idea un edificio bioclimático, y lo hace porque según sus palabras “no quedaba más remedio, ya que no tenía calefacción”. Personalmente entiendo que ésta es la verdadera Arquitectura inteligente, propia de un arquitecto racionalista, que aprovecha las potencialidades del medio y evita sofisticaciones supérfluas. Este edificio, con su ingeniosa (y bonita) cubierta, no necesita dispositivos high-tech ni tecnologías caras a lo Nouvel o a lo Foster. El valor del proyecto de Arquitectura consiste en que un problema acabe convirtiendo la IDEA en solución. Y la idea no es la intención, es la idea.

La Residencia infantil en Miraflores, obra que hizo en el 56 con de la Sota y Molezún, está hecha en piedra y hormigón, vigas de madera y cubierta de tabla y uralita (material denostado actualmente), salvo ésta y el hormigón, el resto de los materiales son tradicionales. De esta obra destaca, además de lo espacial, la sinceridad constructiva. Cada material está donde debe estar y trabaja según sus características le permiten. La arquitectura debe ser, como decía Kahn, lo que tiene vocación de ser. Así, un aplacado de piedra (piedras colgadas que actúan como una piel) niega a la piedra su vocación inherente de ser piedra y actuar como elemento portante. La piedra puede ser piel, pero su esencia es ser estructura, porque trabaja a compresión.

El pabellón de la expo de Bruselas, funciona como un continente que debe albergar cosas representativas de España. Las limitaciones del proyecto eran la conservación del arbolado circundante y ser desmontable. En una búsqueda por las formas puras, se decide que el proyecto se base en la geometría del hexágono, por su condición de agrupación y yuxtaposición, y así, crea unos paraguas invertidos que evacúan el agua de lluvia por los pilares. La cámara se mueve cadenciosamente en un triste paseo por lo que ahora es una ruina. Llueve sobre los paraguas rotos y el agua se cuela por el edificio en lugar de por su bajante real. La banda sonora de esta escena es el repiqueteo del agua, y es verdaderamente dramática. La Arquitectura ha sido derrotada, y Corrales debe de tener un sentimiento de incomprensión terrible. Menos mal que aún podemos contemplar los engarces de los ladrillos en las esquinas, porque hay una parte del edificio que aunque penosamente, resiste al tiempo y a la dejadez. En su vida útil, este edificio ofrecía un singular contraste entre forma y función, porque era un contenedor absolutamente moderno e internacional, pero colmado de tópicos como miniaturas de toros y bailaoras en plan kitsch en su interior.

Corrales dice “el edificio no ha sido comprendido”. Esta sensación de incomprensión le acompañará en numerosas obras, porque fueron creadas en ambientes adversos al Racionalismo, y en un mundo que no respeta demasiado la propiedad intelectual de los demás. Yo vivo en un edificio de Corrales, así que presumo de conocer un poco al arquitecto por dentro. Colocó todas las puertas en puntos estratégicos, para obtener largas perspectivas del espacio unitario. Las dimensiones de las habitaciones son mínimas, como mandaban los arquitectos del Movimiento Moderno, lo que ayuda a optimizar el espacio en las zonas de estancia, portal y patio-jardín fueron concebidos para propiciar la relación vecinal. Pues bien, mucha gente se empeña en poner vallas al campo, modificar huecos en fachada, mover tabiques, añadir corralitos en los áticos. Deshacer, en fin, la obra. Tratamos de convertir un edificio intemporal en algo que se adapta a unas modas, sustituyendo las cosas por algo estúpidamente equivalente. O puede que simplemente se superponga la vida sobre la Arquitectura, con razón él aboga por una reconstrucción arquitectónica, y no utilitaria.

Corrales usa un lenguaje con amplio repertorio formal, pero que no resulta abigarrado porque la obra se resuelve unitariamente. Concede gran importancia a los recorridos funcionales, a las rampas, pasarelas y escaleras en fachada, y un uso de la vegetación de una sensibilidad muy europea. Ésta es una constante en su obra. La Arquitectura de Corrales es limpia, internacional, ecléctica y orgánica, pero de gran pureza pragmática (no sé si esto es algo que he anotado yo, o se dice en el documental, pero de ser así lo suscribo totalmente). Como decía Machado, “el hacer las cosas bien, no cuesta más que el hacerlas”.  

La casa Huarte mira hacia adentro. Con cierta constancia, sus obras se separan de la línea de fachada, esto es Ética, porque no invade el entorno público, y deja un espacio de respeto. Así, la casa Huarte se mantiene alejada de la calle. Es una trinchera que no molesta, y tampoco aterriza como un artefacto en el terreno. Su cubierta, aunque insólita, evita todo artificio, es una sencilla cubierta a dos aguas de teja plana vidriada. La concatenación de espacios se articula mediante patios (son importantes los patios como juego interior-exterior-interior) y la mirada guiada de la cámara se mueve lentamente captando perspectivas que tienen que ver con el valor del efecto sorpresa.














Uno de los aciertos de este documental es contar con el material del propio arquitecto, porque las fotos que él hizo nos hablan de su modo de mirar la Arquitectura. También es interesante que nos muestre su propia casa de Aravaca, casa que puso en venta y en cuanto ves los planos te das cuenta de una posible causa: es una casa que salva un gran desnivel y por tanto longitudinalmente está sembrada de escaleras de tramos cortos. Una casa algo incómoda para una persona mayor, no en vano muchos de sus edificios no cumplen la normativa vigente.

Los dos escenarios en que se ha movido la realización de este documental son el interior ya mencionado de su estudio, y el espacio exterior del contexto edificatorio que ofrece Madrid. Nuevamente descubrimos la mirada del arquitecto, porque va Corrales con sus planos en la mano, y con una mirada que pasea de abajo a arriba en un intento, quizás, de imaginar nuevas soluciones constructivas, o de penetrar las paredes de los edificios para ver qué espacios contienen.

Cuando se nos describe mediante imágenes en movimiento un edificio, el recorrido que hace la cámara es algo distinto al que hace el ojo. La cámara puede tomar un plano general, o planos parciales, pero no es libre. En este documental, la cámara hace recorridos horizontales en los elementos horizontales, y se mueve verticalmente cuando enfoca lo vertical. Parece natural no marear al espectador, pero se echa en falta el volver sobre éste o aquel detalle. Especialmente en sus proyectos más recientes, hay una preocupación por la textura del material. El edificio de Bankunión es camaleónico, porque cambia de piel según las luces y las tonalidades del día. Él habla de “gafas solares de cristal térmico” en la fachada norte, de aluminio anodizado. No sé si es un efecto buscado o una agradable sorpresa, pero resulta ciertamente atractiva la idea de poner al edificio distintos vestidos. 

Para hacer este documental han tirado de imágenes de archivo de los años 50, y llama poderosamente la atención la condición de intemporalidad de la Arquitectura frente a los modelos obsoletos de los coches, y de la ropa de la gente. Hay aspectos de los edificios que pueden parecer una moda, pequeños detalles como las carpinterías de acero, (o arquitecturas en sí, y esto se hace muy evidente en la Arquitectura posmoderna) y sin embargo las obras de Corrales parecen resistir al tiempo, y nos resultan absolutamente contemporáneas.

Sigue habiendo también algo escenográfico e incluso cinematográfico en los interiores de las casas de Corrales, no hay que olvidar que en cuanto a obra privada y viviendas, Corrales construía para gente rica en nivel cultural. La casa Huarte tiene el aire, salvando las distancias, de cierta Arquitectura de Richard Neutra para las estrellas de Hollywood, que han servido como escenografía para esas fiestas nocturnas junto a piscinas que nos hacen palidecer de envidia cochina. No sé quién dijo que el lujo es el espacio, pero tenía razón. Aunque Corrales subordina los espacios privados a los públicos, y construye obras de carácter social que satisfacen las necesidades de todo individuo, a veces se le ve el plumero y encontramos dos entradas en los pisos, una para los dueños y otra para los encargados del servicio, con una zonificación que lleva a éstos al área de la cocina. En mi casa se ha adaptado como se ha podido esta zonificación, pero se ha procurado no mover tabiques, ni puertas, ni siquiera esos rodapiés tan incómodos de taco de madera, ni esas carpinterías antiguas por las que entra el viento y salen los papeles.
marta guirado

1 comentario:

  1. [vídeo] : un viaje por la arquitectura española contemporánea / director: Juan Manuel Martín de Blas / textos: Manuel Vicent / productor: Angel F. Leñador / fotografía: Javier Larraondo / montaje: Nieves Martín]. Divisa Home Vídeo / Madrid : RTVE, 2003

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