Decoradores: Otto HÜNTE, Erich KETTELHUTE, Karl VOLLBRECHT
“Metrópolis” es una película que plantea la Historia en el futuro. Un futuro que se nos antoja un tanto desajustado, pero por mucho que pueda equivocarse el Cine con los tiempos que aún no se conocen, esta película es visionaria.
El Berlín de los años anteriores a las vanguardias, era la ciudad apelmazada de las Miet-Kassernen, esas macromanzanas que se colmataban, dejando patios interiores mínimos e insalubres. La masificación sin orden ni concierto. Estas situaciones invivibles se tradujeron en los grandes ensanches de Europa. En el consciente colectivo, la nueva ciudad se construye a base de grandes avenidas y boulevares, el espacio público “crece”. La ciudad norteamericana crece de forma diferente, aunque se extiende como conurbación, tiene un planeamiento que depende de los altos precios del suelo, tiene que buscar la economía en la solución de edificios en altura, aunque lo haga con ese urbanismo historicista, muy inspirado en la Historia del Arte. La ciudad de nuestros días, sigue creciendo, en un fenómeno bimembre de explosión e implosión (extendiéndose y completándose).
Empieza la utopía con un rascacielos en forma de zigurat. Vemos el aire Art-Decó en la Arquitectura –presente en rascacielos neoyorquinos como el Chrysler Building-, y también vemos las arquitecturas fantásticas de los dibujos de Moebius. El viario no es calle necesariamente, la torre diluye la calle corredor. Además el tráfico toma caminos distintos y los edificios aparecen como elementos más autónomos, que empiezan a definirse sin una forma específica. Fritz Lang nos enseña ese “querer elevarse”, y que el ser humano en el futuro pierde cierta vinculación con el terreno. Aunque los edificios tienen sus raíces bajo la superficie, utiliza las pasarelas elevadas (y además mucho) y refuerza la intención con los transportes aéreos. Hay pequeños aviones, que aparecen como moscas –paradoja: en lugar de como grandes artefactos símbolo del maquinismo-. Quizás porque los aviones representaban esa nueva era tecnológica -todo lo que intentó Leonardo en el Renacimiento se ha hecho realidad-, no existe necesidad de “futurizarlos”. Es importante la nueva dimensión que adquiere el espacio, el deseo de explorar y colonizar el espacio aéreo, y asumirlo como isótropo. Y es esencial el punto de vista de esta macrociudad que se nos viene encima, tan pegado al suelo (vistas de gusano), destacándose la magnificencia y lo moderno. Remite a uno de los dibujos del futurista Sant’Elia, en que se ve un gran rascacielos y un avión surcando el cielo, los nuevos dioses que llegan con el siglo XX.
Para las vanguardias, la máquina reúne esas características precisas del espíritu nuevo, que debe ser común a todo ser humano. Con esta intención, Lang (que era arquitecto) muestra el movimiento, los relojes inauditos, con unos números de tipografía extraña, insólita, los vapores, los aspersores, las puertas mecánicas; todos ellos signos de un nuevo ritmo de los objetos. Como en “El Soldadito de Plomo”, los objetos cobran vida.
Con respecto al lenguaje, vuelvo a ver relaciones tanto con la arquitectura de Otto Wagner y la secesión vienesa -en la precisión y el tipo de modulaciones-, como después con Adolf Loos, en la austeridad de las fachadas. La Escuela de Chicago fue precursora de los edificios en altura, pero hasta después de Sullivan no se omitieron los detalles decorativos. En “Metrópolis” se prescinde de toda decoración, salvo en las formas artísticas del edificio del magnate Fredersen.
Pero también existe la propuesta subterránea, la ciudad crece hacia abajo. Los obreros se dirigen cabizbajos a sus puestos de trabajo bajo la tierra, con las condiciones de presión física, moral, tectónica, que supone. Todos van vestidos igual, y ahí el asunto del uniforme adquiere relevancia, porque es una forma de denegar la individualidad de cada uno de ellos; es como una orquesta o un ejército, en que cada individuo actúa de forma dependiente con los demás. Cada engranaje tiene su razón de ser en el funcionamiento -sincrónico o sucesivo- en conjunto con el resto de la maquinaria. Pisados por un mundo mejor, todos estos desposeídos son iguales, actúan como autómatas, inferiores a otros que disfrutan solazándose en la vida exterior. Como en “Brave New World” de Aldous Huxley, donde la población es seleccionada. Como “1984” de Orwell, como algunos relatos de Isaac Asimov.
marta guirado
Título original: Metropolis / Dirección: Fritz Lang / País: Alemania / Año: 1927 / Duración: 117 min. / Género: Drama, Romance, Thriller, Acción, Ciencia ficción / Reparto: Alfred Abel, Gustav Fröhlich, Rudolf Klein-Rogge, Fritz Rasp, Theodor Loos, Erwin Biswanger, Heinrich George, Brigitte Helm / Guión: Thea von Harbou / Productora: Universum Film (UFA) / Agradecimientos: Rusty Lemorande / Departamento artístico: Erich Kettelhut, Karl Vollbrecht, Otto Hunte, Walter Schulze-Mittendorf / Departamento musical: Berndt Séller / Dirección: Fritz Lang / Dirección artística: Erich Kettelhut, Karl Vollbrecht, Otto Hunte / Efectos especiales: Ernst Kunstmann / Efectos visuales: Eugen Schüfftan, Jeff Matakovich / Fotografía: Günther Rittau, Karl Freund, Walter Ruttmann / Guión: Thea von Harbou / Música: Abel Korzeniowski, Bernd Schultheis, Giorgio Moroder, Gottfried Huppertz, Peter Osborne, Wetfish / Novela original: Thea von Harbou / Producción: Giorgio Moroder / Vestuario: Aenne Willkomm
ResponderEliminarLeer en este blog es aprender. Curioso, Lang no se equivocó, ahora (en su futuro) sobre él y su Metrópolis debatimos o comentamos gracias a las máquinas y sus, siempre, novedosos mercados, "signos de un nuevo ritmo de los objetos". Incluso veo un guiño del maestro hacia el interior de los edificios y fábricas, donde ocurren grandes hechos. Es decir, "hacia abajo" pero también "hacia dentro", como en la actualidad, donde las fachadas están perdiendo bastante protagonismo en las ciudades para beneficio de los interiores. Donde las pantallas de nuestros ordenadores nor sumergen en ciudadades diferentes. De Metrópolis a ¿Infórpolis, Intrópolis..."Para las vanguardias, la máquina reúne esas características precisas del espíritu nuevo, que debe ser común a todo ser humano.". En definitiva creo que las ciudades (y sus máquinas) son para ayudar al ser humano a conocerse mejor a si mismo. Creo que Fritz, con Metrópolis, quiso conocerse mejor a sí mismo como humano y lo hizo público. Y por supuesto (genial el final del post) expuso Lang lo omnipresente en las sociedades humanas, quizás la verdad más tremenda del ser humano: "Pisados (los obreros) por un mundo mejor, todos estos desposeídos son iguales, actúan como autómatas". Bueno, que me enrollo, gracias por ayudarme a conocer mejor esta magnífica obra.
ResponderEliminar;-)
gracias a ti por este comentario, es un planteamiento muy interesante. el ágora cabe en una pantalla plana.. y muchas cosas que pueden salir tirando del hilo.
ResponderEliminary a propósito: http://luispiedrahita.com/blog/?p=229