sábado, 5 de febrero de 2011

sobre el espíritu nuevo en arquitectura

Le Corbusier fundamenta su estética en unas ciertas leyes de la estática. Con los avances técnicos se llega a una nueva estructura, que dará lugar a una nueva forma, como un nuevo esqueleto da lugar a un nuevo cuerpo. Y basa sus teorías en el imperativo de mover emociones, como paso previo a mover conciencias. El motor de todo esto es la máquina. La máquina es el símbolo de los siglos XIX y XX, la máquina impone su objetividad porque es un sistema coherente de las leyes de la física. Aquellos que tanto denostaron la máquina, eran incapaces de imaginar. Para Le Corbusier, la máquina reúne esas características precisas del espíritu nuevo, que debe ser común a todo ser humano.
 
La estética que propone es la de la ortogonalidad. La línea vertical es expresión de la gravedad, y la horizontal no es otro plano que el de la sustentación, la combinación de ambas ¿simboliza la experiencia del hombre de mantenerse erguido sobre la tierra?

El monasterio de La Tourette es un conjunto volumétrico con una parte arraigada al suelo y otra que “flota” (aunque sobre pilotis) por encima del fuerte declive de la ladera, con una clara dominante horizontal. Dice que el hormigón armado es de base ortogonal, y que éste es un principio fundamental para nuestro goce estético.
  
Otra característica necesaria es el orden. El orden para clasificar, para categorizar, para aprehender el espacio. Le Corbusier habla de raíles y taludes, como referencias que permiten que nos adueñemos de un entorno. En ese sentido es fundamental la fuerza del lugar, un ambiente que es un sistema de elementos con ciertas características geométricas (líneas y puntos) que nos ayudan a no perdernos.

 
Para Le Corbusier entender el espacio es entender la Geometría del espacio, y el papel que juega el monasterio es el que juega en relación al espacio. “las Artes y el Pensamiento no pueden mantenerse alejados de este fenómeno geométrico y matemático”. Como para Kahn, para Le Corbusier, mientras que Cine y Fotografía son fenómenos compositivos en que se distinguen masas y colores, en la Arquitectura lo fundamental es la percepción del espacio, entender que las tres dimensiones implican distancias, y que esta percepción es más satisfactoria cuando se trata de volúmenes puros. Él también pasó por una etapa pictórica que llamó purismo, se trata de obras en la que los objetos parecen lo que son; objetos cotidianos que encierran los principios geométricos universales.

Nature morte puriste à la guitare 1920
 
















Le Corbusier hace un estudio de la casa, como conjunto aglutinador de características de ese nuevo espíritu. Lo principal es que es un contenedor para personas, con lo que necesariamente estará a escala humana, igual que un avión. En esta línea, los huecos de la casa serán los adecuados para pasar y asomarse. En el monasterio esta idea es patente. La zona destinada a la vida monacal, es un continuo de ventanas a las que asomarse. Hay superficies acristaladas en tres de las cuatro caras exteriores, y en el patio-jardín del claustro, los ventanales están hechos de grandes elementos de hormigón armado de suelo a techo perforados por superficies acristaladas y los pasillos que conducen a las celdas de los monjes están iluminados por una abertura horizontal situada bajo el techo. Alude a una mejor distribución luminosa para explicar su ventana corrida, y al hecho de que esta forma es consecuencia de un fenómeno antropocéntrico: la necesidad del hombre de tener sensaciones agradables.

La forma debe ser consecuencia del funcionamiento de la estructura. Ha cambiado la estructura, y existe un material nuevo que da lugar a un lenguaje formal nuevo. Es más, la técnica hace que un elemento (la pared) pierda o cambie su significado. Éste es el nacimiento de la separación de estructura y cerramiento, y por tanto, de una nueva imagen de la Arquitectura. Y sin embargo, lo verdaderamente innovador en Le Corbusier es su repertorio formal.
 
De la Arquitectura y de la ciudad, porque suprime elementos tan cristalizados como los tejados y las líneas de imposta. Sigue buscando esa estética del nuevo espíritu, que deriva de la función. Lo desconcertante es que dice que el punto de partida de esa estética, sean las formas que satisfacen nuestros sentidos, lo que él llama “la fisiología de las sensaciones”, pero que la cuestión primera es la técnica, que es la que trae consecuencias plásticas.

La proporción y las relaciones entre proporciones son esos trazados reguladores (no como lectura, sino como un a priori en su concepción). Le Corbusier es un defensor de las teorías de Choisy, que dice: “en una obra arquitectónica determinados miembros han de conservar unas dimensiones prácticamente invariables, sea cual sea el tamaño del edificio”. Es la definición antigua de algo perfecto, la proporción global, el equilibrio de proporciones. El edificio pasa a ser un ente organizado en el que cada parte se integra como miembro cuya forma está determinada a partir de su función. En este sentido es posible que el primer momento del racionalismo arquitectónico fuera el Gótico, que en lugar de buscar las formas de la espiritualidad, buscaba las técnicas para conseguir esas formas evocadoras.
  
Los trazados reguladores son, pues, un medio de ordenar, “el que llega a unificar tal elemento en relación al conjunto. El propósito es encontrar la ley geométrica que existe en potencia en toda composición”.

Quizás el padre Couturier y Le Corbusier se entendieron tan bien, porque ambos advirtieron esa mística de la pureza geométrica.  En realidad a lo largo de la Historia, hay una serie de lazos tendidos que desembocan en Le Corbusier. Desde Platón, pasando por la tradición de la Filosofía cristiana, y por las órdenes eclesiásticas; las formas reales son copias imperfectas de las formas puras. Los deseos de las órdenes religiosas (los dominicos son muy intelectualistas –e intransigentes consigo mismos-) eran manifestar una pureza de pensamiento que no se apartase de lo recto, de la doctrina. Querían un lugar confortable pero que diera esa imagen de la austeridad. En cierto modo que diera impresión de pobreza. Llama la atención cuando Le Corbusier dice que “llegamos a una conclusión de orden estético que es el aspecto simple”. Nuevamente surge esa idea de apariencia de la función”.

Le Corbusier reconcilia la racionalidad de un monasterio con la suya propia. La racionalidad constructiva se basa en las cualidades de los materiales. 



Stephan Zwicky "sillón de hormigón"

El hormigón armado consigue la forma a partir de una complejidad de barras de acero. El caso es cómo lo cuenta para seguir siendo honesto. El hormigón armado en definitiva, es un sistema coherente, pero lo tapa todo, es casi un disfraz de piedra. Es curioso que tenga un aspecto absolutamente homogéneo siendo tan heterogéneo.




Puede que por esto exista esa reacción suya contra la decoración. Contra un estilo como el Barroco, en el que la decoración quiere ser decoración. Puede que su teoría encierre un dilema acerca de la apariencia de la sencillez. Mientras el estilo Barroco ocultaba lo simple bajo la apariencia de lo complejo, el movimiento moderno oculta lo complejo bajo la apariencia de lo simple. Es posible que también la Arquitectura racionalista haya sido un estilo, con un lenguaje de formas austeras, y además en Le Corbusier con un inventario casi ilimitado y en constante evolución; pero el hecho es que el Posmoderno, que es casi una trivialidad, trató de romper con ese estilo, y que nuestras ciudades actuales están abarrotadas (con más o menos acierto) de cubiertas planas, de fachadas sin cornisas y de ventanas corridas.


fotos: Tim Benton













La Tourette, conserva la raíz de todo monasterio tradicional. Su estructura funcional sigue el esquema de los conventos cristianos. Parte de la célula del monje, y todo lo demás se articula en torno a la unificación del ritual. La cubierta ajardinada es una imagen del claustro, que no pudo ser construido como tal debido a la fuerte pendiente. La iglesia funciona en un flanco, y el monasterio propiamente dicho se separa de ésta (lo que proporciona una cierta tensión) pero conserva la continuidad. Ese disparar los espacios estanciales hacia arriba, especialmente los dedicados al culto, y el adaptar las dimensiones, en un intento de acercarlas al hombre en la zona de las células habitacionales. Las celdas de recibo son los puntos de contacto con el exterior, reducen la escala del muro de la iglesia. Las ventanas se compusieron en relación con el modulor, en un ejercicio de enumeración suficiente que proporciona continuidad visual.

El monasterio funciona como un complejo autosuficiente, que acoge las funciones vitales que definía Le Corbusier (trabajar, habitar, recrearse y circular). Las distribuciones arquitectónicas son sistemas con partes que se organizan en relación a un concepto base. El carácter estructural engloba esa organización geométrica y por esto la ordenación sistemática de la forma arquitectónica es geométrica.